REFLEXIONES CRISTIANAS ¿Pobres? Al concluir el viaje y de regreso a casa el padre le pregunta a su hijo:- ¿Qué te pareció el viaje?
- ¡Muy bonito papá!
- ¿Viste que tan pobre puede ser la gente? - ¡Si!
- ¿Y que aprendiste? - Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cuatro. Nosotros tenemos una piscina que llega de una barda a la mitad del jardín, ellos tienen un arroyo que no tiene fin. Nosotros tenemos unas lámparas importadas en el patio, ellos tienen las estrellas.
El patio llega hasta la barda de la casa, ellos tienen todo un horizonte de patio. Ellos tienen tiempo de platicar y convivir en familia; tu y mi mamá tienen que trabajar todo el tiempo y casi nunca los veo.
Al terminar el relato, el padre se quedo mudo… y su hijo agrego:
- ¡Gracias papá por enseñarme lo pobres que podemos llegar a ser!
Proverbios 13:7 "Hay quienes se hacen ricos, y no tienen nada: Y hay quienes se hacen pobres, y tienen muchas riquezas."
Que el Señor abra hoy tus oídos a las voces correctas, que puedas detectar cada persona que tenga una intención oculta contra ti. Que tus oídos se abran para escuchar solo los consejos que te llevarán a la victoria total. Amén
Proverbios 15:22 dice: “Los planes fracasan por falta de consejo; muchos consejeros traen éxito”.
Si encuentras que muchas personas están recomendando algo específico para ti, seguramente es porque debes tomar esa decisión, debes llevar adelante los cambios necesarios en tu vida y en tus proyectos. Muchas de las personas que están a nuestro alrededor son quienes el Señor usará para encaminarnos. No es una buena decisión cerrarse a escuchar consejos, a buscar sabiduría; porque el Señor ha derramado diferentes tipos de habilidades y conocimientos en los demás.
En el momento menos pensado, podremos recibir un gran consejo que nos da la respuesta. Nuestra cuidado debe estar en escuchar las voces correctas, discernir si los consejos vienen por un mal deseo, o proceden de una persona desinteresada, que habla con verdad y de corazón, que sinceramente nos quiere ayudar sin tener otro propósito escondido. A veces las personas hablan y algo de eso nos sirve a nosotros, otras veces, pueden ser motivadas por algo incorrecto que tiene como fin desanimarnos. Nuestro oído debe estar atento, para recibir el consejo que necesitamos y para desechar aquellas palabras mal intencionadas.
Hagamos esta oración:
“Padre, te entrego mis oídos físicos y espirituales para que me guardes de los malos consejos y a su vez hagas atento mi oído cuando la voz que habla es algo que necesito. Dame tu sabiduría para escuchar te lo pido en el nombre de Jesús. Amén”
… Te ruego, oh Señor, que abras sus ojos para que vea… (v. 17).
Emilio vivía en la calle. Pasaba todo el año mirando el pavimento, mientras iba de un lado al otro de la ciudad. Por temor a que lo reconocieran, tenía vergüenza de mirar a los ojos a los demás, ya que no siempre había vivido sin un techo. No solo eso, también estaba todo el tiempo buscando en el suelo alguna moneda o medio cigarrillo. Mirar hacia abajo se volvió un hábito que le encorvó la columna vertebral, al punto de quedar fija y hacer que le resultara difícil enderezarse.
El siervo del profeta Eliseo también miró en la dirección equivocada y se aterrorizó ante el enorme ejército que el rey de Siria había enviado para capturar a su amo (2 Reyes 6:15). Sin embargo, Eliseo sabía que su criado estaba viendo solamente el peligro y el tamaño del enemigo. Necesitaba que se le abrieran los ojos para ver la protección divina que los rodeaba, la cual era mucho mayor que cualquier cosa que el rey sirio enviara contra Eliseo (v. 17).
Cuando la vida se hace difícil y nos sentimos presionados, es fácil ver solamente problemas. No obstante, el escritor de Hebreos sugiere una perspectiva mejor: nos recuerda que Jesús atravesó sufrimientos inimaginables por nosotros y que, si fijamos nuestros ojos en Él (12:2), nos dará su fortaleza.
Señor, ayúdame a ver tu plan perfecto para mi vida.
Tener a Cristo en el centro hace que la vida se enfoque correctamente.
Los ojos del Señor están sobre los justos… (v. 15).
Dondequiera que iban los atletas que participaron en los Juegos Olímpicos 2016 en Río de Janeiro, podían ver a Jesús. Sobre el Corcovado, un monte de casi 700 metros de altura en esta ciudad brasileña, se eleva una estatua de unos 30 metros de altura, llamada Cristo Redentor. Con los brazos extendidos, esta enorme figura se ve de día y de noche desde casi toda la vasta metrópolis.
Por más alentadora que sea esta escultura de cemento y esteatita para todos los que miren hacia arriba y la vean, mucho más reconfortante es que el Jesús vivo y verdadero nos ve a nosotros. En el Salmo 34, David lo explica así: «Los ojos del Señor están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos» (v. 15). Además, señaló que, cuando los justos claman a Él por ayuda, «el Señor oye, y los libra de todas sus angustias. Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu» (vv. 17-18).
Pero ¿quiénes son los justos? Los que colocan su fe en Jesucristo, Aquel que es nuestra justificación (1 Corintios 1:30). Dios vigila nuestra vida y escucha el clamor de quienes confiamos en Él. El Señor está cerca para ayudarnos en los momentos que más lo necesitamos.
Los ojos de Jesús están puestos sobre ti.
Señor, guíame por tu Palabra y tu Espíritu en el camino correcto.
El Poder de la Oración - ¿Cuán poderosa es? El poder de la oración no debe ser subestimado. Santiago 5:16-18 declara, “...La oración eficaz del justo puede mucho. Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió en la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dió lluvia, y la tierra produjo su fruto.” Dios definitivamente escucha las oraciones, responde a las oraciones y se mueve en respuesta a las oraciones.
Jesús enseñó, “...porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá y se pasará; y nada os será imposible.” (Mateo 17:20). 2 Corintios 10:45 nos dice, “porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.” La Biblia nos urge “orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.” (Efesios 6:18) El Poder de la Oración - ¿Cómo me aprovecho de él? El poder de la oración no es el resultado de la persona orando. Por el contrario, el poder reside en el Dios a quién oramos. Juan 5:14-15 dice, “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.” No importa quién esté orando, la pasión en la oración, o el propósito de la oración – Dios responde a las peticiones que están de acuerdo con su voluntad. Su repuesta no siempre es sí, pero siempre es en nuestro mejor interés. Cuando nuestros deseos se alinean con Su voluntad, lo entenderemos en su momento. Cuando oramos apasionadamente y con propósito, de acuerdo con la voluntad de Dios, ¡Dios responde poderosamente!
No podemos llegar a la oración poderosa usando “fórmulas mágicas.” La respuesta a nuestras oraciones no depende de la elocuencia de nuestras oraciones. No tenemos que usar ciertas palabras o frases para lograr que Dios conteste nuestras oraciones. De hecho, Jesús rechaza a aquellos que oran usando repeticiones, “Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; pues vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.” (Mateo 6:7-8). La oración es una comunicación con Dios. Todo lo que tienes que hacer es pedirle a Dios Su ayuda. El Salmo 107:28-30 nos recuerda, “Entonces claman a Jehová en su angustia, y los libra de sus aflicciones. Calma la tempestad en sosiego, y se apaciguan sus ondas. Luego se alegran, por que se apaciguaron; y así los guía al puerto que deseaban.” ¡Hay poder en la oración! El Poder de la Oración - ¿Por cuáles cosas debo orar? La ayuda de Dios a través del poder de la oración está disponible para toda clase de pedidos y asuntos. Filipenses 4:6-7 nos dice, “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” Si necesitas un ejemplo de cómo orar, lee Mateo 6:9-13. Estos versos se conocen como el Padre Nuestro. El Padre Nuestro no es una oración para memorizarla y simplemente recitársela a Dios. Es solamente un ejemplo de cómo orar y las cosas que deben decirse en una oración – adoración, confianza en Dios, peticiones, confesión, protección, etc. Ora por estas cosas, pero háblale a Dios usando tus propias palabras.
La Palabra de Dios está llena de relatos que describen el poder de la oración en varias situaciones. El poder de la oración ha vencido enemigos (Salmos 6:9-10), conquistado la muerte (2 Reyes 4:3-36), traído sanidad (Santiago 5:14-15), y derrotado demonios (Marcos 9:29). Dios, a través de la oración, abre ojos, cambia corazones, sana heridas, y concede sabiduría (Santiago 1:5). ¡El poder de la oración no debe ser subestimado ya que se sustenta de la gloria y fuerza del infinitamente poderoso Dios del universo! Daniel 4:35 proclama, “Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano y le diga: ¿Qué haces?”
Adoración - Espíritu y Verdad La verdadera adoración está centrada en Dios. La gente tiende a enfocarse solamente en el dónde deben adorar, qué música deben cantar en la adoración, y cómo luce la adoración a otras personas. Enfocarse en estas cosas hace que perdamos completamente lo esencial. Jesús nos dice que los verdaderos adoradores, adorarán a Dios en espíritu y en verdad (Juan 4:24). ¡Esto significa que adoramos con un corazón puro! Adoración - El Corazón del Asunto La adoración puede incluir la oración, el leer la Palabra de Dios con un corazón abierto, cantar, participar en la comunión, y servir a otros. No está limitada a una sola acción, pero se hace apropiadamente cuando el corazón y la actitud de la persona están en el lugar correcto.
La adoración y la alabanza están reservadas sólo para Dios. Sólo Él es digno; no ninguno de sus siervos (Apocalipsis 19:19). No debemos adorar a santos, profetas, estatuas, ídolos, ángeles, ni ningún otro dios falso. No debemos adorar por la expectativa de recibir algo, como una sanación milagrosa. La adoración se hace para Dios, ¡y sólo para el placer de Dios! La adoración puede ser la alabanza pública a Dios (Salmo 22:22, 35:18), en un entorno congregacional, donde podamos proclamar a través de la música y la alabanza nuestra adoración y gratitud a Él y a lo que ha hecho por nosotros. La verdadera adoración se siente interiormente, y luego se expresa con nuestras acciones. "Hacerlo mecánicamente" por obligación, es desagradable a Dios, y se hace completamente en vano. Él puede ver a través de toda la hipocresía, y odia la adoración que no viene del corazón (Amos 5:21-24). Un ejemplo poderoso de esto es la historia de Caín y Abel, los primeros hijos de Adán y Eva. Ambos trajeron ofrendas al Señor, pero a Él sólo le agradó la de Abel. Caín trajo el regalo por obligación. Abel trajo los mejores corderos de su rebaño por verdadera fe y admiración por Dios. Adoración - El Corazón de David En lo referente a la adoración, el rey David fue un ejemplo fenomenal para todos nosotros. Tenía un corazón puro y agradecido hacia Dios, y lo adoró con todo su ser. Muchos de los Salmos reflejan el corazón apasionado de David para la adoración. "Bueno es alabarte, oh Jehová, Y cantar salmos a Tu nombre, oh Altísimo; Anunciar por la mañana Tu misericordia, Y Tu fidelidad cada noche" (Salmo 92:1-2). Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado... (Salmo 18:3). Grande es Jehová, y digno de suprema alabanza; Y su grandeza es inescrutable. (Salmo 145:3). David fue un hombre con un corazón como el de Dios, ¡porque él verdaderamente glorificó a Dios en su corazón! Adoración - ¡Glorifica y Exalta a Dios! La verdadera adoración no está confinada a cantar en la iglesia o a la abierta alabanza (aunque estas cosas son buenas y en la Biblia se nos recomienda hacerlas), sino es el sincero reconocimiento de Dios y de todo Su poder y gloria en las cosas que hacemos. Para adorar verdaderamente a Dios, debemos conocerlo y no ser ignorantes de Su naturaleza buena y gloriosa (Hechos 17:23). En resumen, adorar es glorificar y exaltar a Dios; ¡demostrar nuestra lealtad y admiración a nuestro Padre Celestial! ¡Profundice Más Ahora!
Plan de Salvación: Nacer de Nuevo es la Respuesta a la Pregunta más Importante de la Vida Plan de Salvación — Pensamos que la pregunta más importante de la vida es: “¿Vas a ir al cielo cuando mueras?” No depende de cuán bueno eres, de si vas a la iglesia, de cuánto dinero das a la caridad. Dios dice, que para ir al cielo, debes nacer de nuevo (Juan 3:3). Plan de Salvación: ¿Cómo podemos Nacer de Nuevo? El plan de salvación está en la Biblia. Dios nos da un claro plan para “nacer de nuevo”.
Primero, debemos reconocer a Dios como el creador de todo y aceptar nuestra humilde posición en la creación de Dios. “Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas; por tu voluntad existen y fueron creadas” (Apocalipsis 4:11).
Luego, debemos reconocer que somos pecadores. “Pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios” (Romanos 3:23).
Dado que somos pecadores, estamos condenados a muerte. “Porque la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). Esto incluye separación eterna de Dios.
Pero Dios nos amó tanto a cada uno de nosotros, que entregó a su único Hijo, Jesús, para sobrellevar nuestro pecado y morir en nuestro lugar. “Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8). Aunque nosotros no podemos entender cómo, Dios dijo que nuestros pecados fueron colocados en Jesús y que él murió en nuestro lugar. Jesús se convirtió en nuestro sustituto.
En la Biblia, un carcelero preguntó a sus prisioneros Pablo y Silas: “Señores, ¿qué tengo que hacer para ser salvo? —Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos —le contestaron.
La Biblia es clara, cree en Jesús como aquel que cargó tus pecados, murió en tu lugar, fue enterrado y luego resucitado por Dios. Es la sangre de Cristo y la resurrección que nos aseguran la vida eterna cuando lo llamamos nuestro Señor y Salvador. “Porque todo el que invoque el nombre del Señor será salvo” (Romanos 10:13). “Todo el que” incluye a todos y cada uno de nosotros.
Por lo tanto, si tú entiendes que eres un pecador y crees que Jesucristo vino como el único Redentor del pecado, entonces entiendes el plan de salvación. La pregunta es: ¿Estás listo para implementar el plan, recibiendo el regalo de Dios, Jesucristo? Si es así, cree en Jesucristo, arrepiéntete de tus pecados y entrégale el resto de tu vida a él como tu Señor:
“Padre, sé que he quebrantado tus leyes y que mis pecados me han separado de ti. Estoy sinceramente arrepentido y ahora quiero apartarme de mi pasado pecaminoso y dirigirme hacia ti. Por favor, perdóname y ayúdame a no pecar de nuevo. Creo que tu hijo Jesucristo murió por mis pecados, resucitó de la muerte, está vivo y escucha mi oración. Invito a Jesús a que se convierta en el Señor de mi vida, a que gobierne y reine en mi corazón de este día en adelante. Por favor, envía tu Espíritu Santo para que me ayude a obedecerte y a hacer tu voluntad por el resto de mi vida. En el nombre de Jesús oro, amén.”
“Arrepiéntanse y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados --les contestó Pedro--, y recibirán el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38).
Si decidiste convertirte en cristiano el día de hoy, bienvenido a la familia de Dios. Ahora, como una forma de crecer más cerca de él, la Biblia nos dice que sigamos adelante con nuestro compromiso
Pasa tiempo con Dios cada día. No tiene que ser un largo periodo de tiempo. Simplemente desarrolla el hábito diario de orar y leer su Palabra. Pídele a Dios que incremente tu fe y tu comprensión de la Biblia.
Busca estar en comunión con otros cristianos. Sé parte de un grupo de amigos Cristianos que responda tus inquietudes y te apoye.
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