viernes, 28 de octubre de 2016

NUESTRO PAN DIARIO

Mis hermanos

Mis hermanos
Leer: Mateo 25:31-40 | La Biblia en un año: 1 Timoteo 2
… en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis (v. 40).
Hace varios años, durante una crisis económica, el pastor de una iglesia no consideró tal situación una dificultad, sino una oportunidad. Entonces, se reunió con el intendente de la ciudad y preguntó: «¿Qué puede hacer nuestra iglesia para ayudar?». El intendente quedó sorprendido. Por lo general, la gente iba a pedirle ayuda, pero allí estaba aquel pastor ofreciéndole los servicios de toda una congregación.
Juntos, elaboraron un plan para ocuparse de varias necesidades imperiosas. El año anterior, más de 20.000 ancianos no habían recibido ninguna visita. Cientos de niños sin hogar necesitaban una familia. Y muchos otros chicos precisaban ayuda en la escuela. No todo requería recursos financieros, pero sí tiempo y dedicación. Eso era lo que la iglesia tenía que dar.
Jesús les habló a sus discípulos sobre un día futuro en que les diría a sus seguidores fieles: «Venid, benditos de mi Padre, y heredad el reino» (Mateo 25:34). Como esta frase los sorprendería, les explicó: «en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis» (v. 40).
La obra de Dios se hace cuando damos generosamente el tiempo, el amor y los recursos que Él nos ha provisto.
¿Qué persona solitaria trae ahora a tu mente el Espíritu? ¿Puedes visitarla, llamarla o escribirle? Hazlo ya.
No solo los ricos deben dar, sino todos.
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Amor inalterable

Amor inalterable
Leer: Lament. 3:21-26 | La Biblia en un año: 1 Timoteo 1
Tu amor es mejor que la vida; por eso mis labios te alabarán (Salmo 63:3 NVI).
Hace poco, el aterrizaje de un vuelo fue bastante brusco, y nos sacudió de un lado al otro por la pista. Algunos de los pasajeros se veían nerviosos, pero la tensión desapareció cuando dos niñas pequeñas que estaban sentadas detrás de mí exclamaron: «¡Viva! ¡Otra vez, otra vez!».
Los niños están dispuestos a las nuevas aventuras, y ven la vida con humildad y completamente maravillados. Quizá esto sea parte de lo que Jesús tenía en mente cuando dijo que tenemos que recibir el reino de Dios como lo hace un niño (Marcos 10:15).
La vida tiene desafíos y tristezas. Pocos saben de esto mejor que Jeremías. Sin embargo, en medio de sus dificultades, Dios lo animó con una verdad asombrosa: «Por la misericordia del Señor no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad» (Lamentaciones 3:22-23).
Las renovadas misericordias de Dios pueden irrumpir en nuestra vida en cualquier momento, y las vemos cuando vivimos con una expectativa similar a la de los niños. Jeremías sabía que a la bondad del Señor no la definen nuestras circunstancias y que su fidelidad es mayor que las situaciones bruscas de la vida. Busquemos hoy las misericordias nuevas de Dios.
Señor, ayúdame a vivir con la fe de un niño; siempre a la expectativa de lo que harás.
Dios es más maravilloso que cualquier cosa que nos suceda.
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Tu travesía

Tu travesía
Leer: Juan 14:15-21 | La Biblia en un año: 2 Tesalonicenses 3
No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros (v. 18).
Crecí durante la rebelde década de 1960 y me alejé de la religión. Había asistido a la iglesia siempre, pero no acepté a Cristo como Salvador hasta después de un accidente, con poco más de 20 años. Desde entonces, no he dejado de hablarles a otros del amor de Jesús. Ha sido una verdadera travesía.
Sin duda, «una travesía» describe la vida en este mundo accidentado. En el camino, encontramos montañas y valles, ríos y llanuras, carreteras concurridas y senderos solitarios; es decir, altos y bajos, alegrías y tristezas, conflictos y pérdidas, angustias y soledad. No podemos ver lo que está por delante, así que debemos aceptar las cosas como vienen, y no como desearíamos que fueran.
No obstante, el seguidor de Cristo nunca enfrenta esta travesía solo. La Biblia nos recuerda que Dios está siempre con nosotros. No hay lugar adonde vayamos que Él no esté (Salmo 139:7-12). Nunca nos dejará ni nos abandonará (Deuteronomio 31:6; Hebreos 13:5). Jesús, después de haber prometido enviar al Espíritu Santo, les dijo a sus discípulos: «No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros» (Juan 14:18).
Podemos enfrentar tranquilos los desafíos y las oportunidades que se presentan en nuestro viaje, porque Dios nos prometió estar siempre presente.
Señor, gracias por caminar siempre a mi lado.
«La fe nunca sabe adónde va, pero ama y conoce a su Guía». —Oswald Chambers
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Solitario del desierto

Solitario del desierto
Leer: Salmo 136:1-9 | La Biblia en un año: 2 Tesalonicenses 2
… Y vio Dios que era bueno (Génesis 1:12).
Solitario del desierto es la historia personal de Edward Abbey sobre sus veranos como guardabosque en un parque nacional en Utah, Estados Unidos. Vale la pena leer el libro tan solo por el lenguaje vivaz y las gráficas descripciones de las bellezas naturales de aquel lugar.
Sin embargo, a pesar de sus cualidades artísticas, Abbey era un ateo que solo podía ver la belleza superficial de lo que disfrutaba. ¡Qué triste! Vivió toda su vida elogiando la belleza, sin captar la esencia de toda esa maravilla.
La mayoría de los pueblos antiguos tenían teorías sobre los orígenes rodeadas de leyendas, mitos y canciones. Pero la historia de Israel sobre la creación era única: hablaba de un Dios que creó la belleza para que la disfrutemos con la alegría de un niño. Dios ideó el cosmos, lo puso en existencia con su palabra y lo declaró «hermoso». (La palabra hebrea traducida bueno también significa bello). Después de crear un paraíso, formó al ser humano, lo puso en Edén y le dijo: «¡Disfruta!».
Algunos ven y disfrutan de la belleza de los buenos regalos de Dios, pero «no le [glorifican] como a Dios, ni le [dan] gracias, sino que se [envanecen] en sus razonamientos» (Romanos 1:21).
Otros ven la belleza y dicen: «Gracias, Dios».
Señor, gracias por poder disfrutar de la belleza de tu creación.
Toda la creación refleja la belleza de Dios.
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De todo corazón

De todo corazón
Leer: Joel 2:12-17 | La Biblia en un año: 2 Tesalonicenses 1
Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos al Señor vuestro Dios… (v. 13).
En muchas culturas, llorar a gritos, gemir y rasgarse la ropa son formas aceptables de lamentarse por angustias personales o grandes desastres nacionales. Para los israelitas del Antiguo Testamento, expresiones similares reflejaban un profundo dolor y su arrepentimiento por haberse alejado del Señor.
Una demostración externa de arrepentimiento puede ser significativa si procede del corazón. Pero, si uno no es interiormente sincero con Dios, solo estaría fingiendo, aun dentro de la comunidad de la fe.
Dios, a través del profeta Joel, llamó al pueblo de Judá a arrepentirse, para evitar juicios mayores: «Por eso pues, ahora, dice el Señor, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento» (Joel 2:12). Luego, les pidió una respuesta en lo profundo de su ser: «Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos al Señor vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo» (v. 13). El arrepentimiento verdadero nace en el corazón.
El Señor anhela que le confesemos nuestros pecados y recibamos su perdón, para que podamos amarlo y servirlo con todo el corazón, alma, mente y fuerzas.
Si hay algo que debes decirle al Señor hoy, díselo de corazón.
Dame de tu gracia para arrepentirme de corazón.
Dios quiere escuchar tu corazón.
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¿Hay que hacerlo?

¿Hay que hacerlo?
Leer: 1 Tes. 5:12-28 | La Biblia en un año: 1 Tesalonicenses 5
Mas [Jesús] se apartaba a lugares desiertos, y oraba (Lucas 5:16).
Julia comenzó la clase para niños con una oración y, luego, cantaron juntos. Emanuel, de seis años, se retorcía en su asiento cuando ella volvió a orar tras presentar al maestro, Aarón. Después, Aarón empezó y terminó la clase orando. Emanuel se quejó: «¡Cuatro oraciones! ¡Yo no puedo estar sentado quieto tanto tiempo!».
Si piensas que el desafío de Emanuel era difícil, mira 1 Tesalonicenses 5:17: «Orad sin cesar»; o sea, estén siempre en espíritu de oración. Incluso los adultos podemos considerar que orar es aburrido. Quizá sea porque no sabemos qué decir o no entendemos que orar es conversar con nuestro Padre.
Allá por el siglo xvii, François Fénelon escribió unas palabras sobre la oración que me han ayudado: «Dile a Dios todo lo que está en tu corazón, tal como uno descarga sus alegrías y tristezas con un amigo querido. Cuéntale tus problemas para que te consuele, tus alegrías para que las equilibre, tus anhelos para que los purifique». Y agregaba: «Háblale de tus tentaciones para que te proteja de ellas; muéstrale las heridas de tu corazón para que las sane […]. Si derramas todas tus debilidades, necesidades y problemas ante Él, siempre habrá algo que decir».
Crezcamos en nuestra intimidad con Dios para que deseemos estar más con Él.
Señor, quiero vivir en un espíritu de oración.
La oración es una conversación íntima con Dios.
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Seguir trabajando bien

Seguir trabajando bien
Leer: 1 Tes. 4:1-12 | La Biblia en un año: 1 Tesalonicenses 4
… os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que […] abundéis más y más (v. 1).
A mi hijo le encanta leer. Si lee más libros de los que se le exigen en la escuela, recibe un certificado como premio. Ese pequeño estímulo lo motiva a seguir trabajando bien.
Cuando Pablo les escribió a los tesalonicenses, no los incentivó con premios, sino con palabras de ánimo: «hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más» (1 Tesalonicenses 4:1). Estos cristianos agradaban a Dios con sus vidas, y Pablo los alentaba a seguir viviendo cada vez más a la semejanza de Él.
Tal vez, tú y yo estemos haciendo lo mejor que podemos para conocer, amar y agradar a nuestro Padre. Tomamos las palabras de Pablo como un incentivo para seguir avanzando en la fe.
Pero hay algo más. ¿A quién podríamos animar hoy con las palabras de Pablo? ¿Te viene a la mente alguien que sigue diligentemente al Señor y procura agradarlo? Escríbele una nota o llámalo por teléfono, y anima a esa persona a seguir firme en su travesía de fe con el Señor. Lo que digas quizá sea lo que necesite para continuar siguiendo y sirviendo a Cristo.
Querido Señor, gracias por alentarme por medio de tu Palabra a seguir viviendo para ti.
Anima hoy a alguien a seguir viviendo para Dios.