"Mas a media noche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios: y los que estaban presos los oían. Entonces fue hecho de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se movían; y luego todas las puertas se abrieron, y las prisiones de todos se soltaron. Y despertado el carcelero, como vio abiertas las puertas de la cárcel, sacando la espada se quería matar, pensando que los presos se habían huido. Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal; que todos estamos aquí. El entonces pidiendo luz, entró dentro, y temblando, derribóse a los pies de Pablo y de Silas; Y sacándolos fuera, les dice: Señores, ¿qué es menester que yo haga para ser salvo? Y ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú, y tu casa. Y le hablaron la palabra del Señor, y a todos los que estaban en su casa. Y tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó los azotes; y se bautizó luego Él, y todos los suyos. Y llevándolos a su casa, les puso la mesa: y se gozó de que con toda su casa había creído a Dios." (Hechos 16: 25-34)
En la Biblia el verbo "creer" tiene el mismo significado que la palabra "fe" en el texto de la Biblia en su idioma original el griego; vale decir que cuando leemos "Cree en el Señor Jesucristo" es lo mismo que "ten fe en el Señor Jesucristo"; en definitiva, los israelitas mordidos por las serpientes sólo debían mirar la serpiente de metal en lo alto del asta y esto era suficiente para sanarlos y salvarlos de la muerte; de la misma manera hoy a nosotros nos basta con mirar a Cristo con los ojos de la fe, es decir creer, tener fe en su sacrificio por nosotros, eso es mirar a Cristo.
"Porque por gracia sois salvos por la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios: No por obras, para que nadie se gloríe." (Efesios 2: 8, 9)
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