Había puesto una malla para ajardinar mi patio, sobre la cual iba a colocar unas piedras decorativas. Mientras me preparaba para terminar la tarea, noté que una ardilla se había enganchado en la red.
Me puse los guantes y, cuidadosamente, empecé a cortar los hilos. El pequeño animalito no estaba contento conmigo, me lanzó una patada y trató de morderme. Con calma, le dije: «Amiga, no te voy a lastimar. Solo relájate». Pero no me entendió, así que se resistió atemorizada. Finalmente, corté la última unión y dejé que saliera disparada hacia su casa.
A veces, los seres humanos se sienten atrapados y reaccionan por miedo a Dios. Durante siglos, Él ha ofrecido salvación y esperanza a la gente; sin embargo, lo resistimos, sin entender que desea ayudarnos. En Isaías 41, el profeta cita al Señor: «Porque yo el Señor soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo» (v. 13).
Cuando piensas en tu situación, ¿cómo ves el papel de Dios? ¿Tienes miedo de dejarlo actuar, temiendo que pueda dañarte? El Señor es bueno y está cerca, y desea liberarte de los enredos de la vida. Puedes confiar en Él para todo.