viernes, 29 de abril de 2016

¿POR QUÉ UNA SERPIENTE DE METAL?:

¿Por qué Dios ordenó que el símbolo de Cristo en la cruz fuera una serpiente de metal? Porque la serpiente de metal recordaba a los israelitas las serpientes que los mordieron; de la misma manera el sacrificio de Cristo y sus padecimientos por nosotros nos recuerdan el pecado y el castigo que nosotros debíamos sufrir. Cuando los israelitas miraban la serpiente de metal en lo alto, recordaban su pecado, recordarían cuando protestaron injustamente contra Dios, recordarían el momento terrible en que una serpiente venenosa les mordió, recordarían el temor a la muerte y tal vez el comienzo de una horrible agonía por el veneno de la serpiente; y así serían conmovidos en su corazón por la gran salvación que Dios les daba en la serpiente de metal; ¡qué alegría! ¿dónde está el poder del veneno? ¿dónde la agonía de la muerte? ¡Están vencidos, anulados por el poder de Dios! Tal es la virtud que Dios concedió a esa serpiente de metal en lo alto del asta. Y mayor aún es la virtud que Dios concedió al sacrificio del Señor Jesucristo en lo alto de la cruz:

"¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿dónde, oh sepulcro, tu victoria? Ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y la potencia del pecado, la ley. Mas a Dios gracias, que nos da la victoria por el Señor nuestro Jesucristo." (1 Corintios 15: 55-57)

"Porque la paga del pecado es muerte: mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro." (Romanos 6: 23)

El pecado nos deparaba una segura condenación; ya circulaba dentro de nosotros el veneno mortal del pecado y sólo esperábamos el desenlace horrible de la muerte y la eterna agonía del juicio por nuestros pecados que la ley de Dios demandaba; pero Dios levantó en la cruz esa maravillosa serpiente de metal que es Jesucristo y mirando a Él obtenemos el regalo de la vida eterna, la victoria contra la muerte y la condenación.

La serpiente de metal también nos recuerda que Cristo tomó sobre sí mismo nuestra naturaleza humana y nuestro lugar en la condenación; nosotros con nuestros pecados éramos nuestra propia serpiente como dice el predicador Juan el Bautista el precursor de Cristo en la Biblia:

"Y decía a las gentes que salían para ser bautizadas de Él: ¡Oh generación de víboras! ¿quién os enseñó a huir de la ira que vendrá?" (Lucas 3: 7)

Y también en la carta del Apóstol Pablo a los creyentes de la ciudad de Roma, Dios compara a todas las personas con serpientes venenosas:

"Todos se apartaron, a una fueron hechos inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni aun uno: Sepulcro abierto es su garganta; con sus lenguas tratan engañosamente; veneno de áspides está debajo de sus labios." (Romanos 3: 12, 13)

Circula en nosotros el veneno del pecado, y es nuestro propio veneno, Dios nos compara a serpientes venenosas que llevan veneno en su boca. Nuestra naturaleza humana es pecaminosa, lleva el pecado. Pero Jesús asumió esta naturaleza humana para sufrir en nuestro lugar la condena que como a serpientes nos correspondía; la diferencia está en que Cristo no tenía pecado. Nosotros somos personas con pecado, serpientes venenosas; pero Cristo es la única persona sin pecado; es una serpiente limpia y brillante de metal, sin veneno y que imparte salvación al que mira a Él:

"Porque lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne" (Romanos 8: 3). "Porque no tenemos un Pontífice que no se pueda compadecer de nuestras flaquezas; mas tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado." (Hebreos 4: 15) .

Sólo Jesucristo, la única persona sin pecado, podía pagar por nosotros.

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