UNAS PALABRAS PARA LOS QUE SE BURLAN DE DIOS.
¿ Estás Preparado para Encontrarte con Dios?
Escribe Jesús Nava
Un muchacho escribió a un predicador burlándose de las cosas
de Dios y citándole una sátira de Heinrich Heine. El joven conocía ese poema de
la primera parte de la vida del poeta. Pero ignoraba que antes de morir, en
señal de arrepentimiento, escribió otro que terminaba diciendo: "Señor,
Señor, me arrodillo. ¡Perdón!, perdón por mis canciones!" Tambien el
genial Papini, arrepentido de su incredulidad, escribió una historia de Cristo
donde expresaba adoración al que antes habia perseguido. Sin embargo, otros
persistierón en su necedad hasta la muerte. Y ¿qué obtuvieron? Lo mismo que
sembraron: burlas y condenación.
Voltaire, ateo francés universalmente conocido por sus
burlas del cristianismo, dijo en 1778 que él derribaría con una mano la fe
cristiana y que pronto nadie leería la Biblia. Con ese fin publicó con su
imprenta escritos blasfemos. Cuando murió en terrible agonía gritó :
"¡Ahora se me echará en el infierno!", en efecto, expresando una fe
en Dios y la doctrina del castigo para los pecadores. Luego, en su imprenta se
imprimieron ¡Biblias! También sus contemporáneos Gibbon y Hume lucharon por
exterminar el cristianismo. Gibbon ganó con sus libros mucho dinero y con él
compró una hacienda. Al morir en 1794, se vendió y el dinero obtenido se dedicó
a... ¡la difusión del evangelio! Cuando Hume murió en Edinburgo (1776) se fundó
una sociedad para propagar la Biblia y la primera conferencia con ese propósito
se dio... ¡en la habitación donde Hume murió!
Ya lo dice la Biblia: "Ciertamente El escarnecerá a los
escarnecedores" (Proverbios 3:34), y: "El que mora en los cielos se
reirá; el Señor se burlará de ellos" (Salmo 2:4). Ninguno de los
incrédulos más tercos consiguió burlarse de Dios. "No os engañéis; Dios no
puede ser burlado, pues todo lo que el hombre sembrare, eso también
segará" (Gálatas 6:7). Si tú andas por el mismo camino, no agotes la
paciencia de Dios. Su amor te invita al arrepentimiento. "Pero por tu
dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día
de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada
uno conforme a sus obras" (Romanos 2:5-6).
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