martes, 24 de febrero de 2015






UNAS PALABRAS PARA LOS QUE SE BURLAN DE DIOS.
¿ Estás Preparado para Encontrarte con Dios?
Escribe Jesús Nava
Un muchacho escribió a un predicador burlándose de las cosas de Dios y citándole una sátira de Heinrich Heine. El joven conocía ese poema de la primera parte de la vida del poeta. Pero ignoraba que antes de morir, en señal de arrepentimiento, escribió otro que terminaba diciendo: "Señor, Señor, me arrodillo. ¡Perdón!, perdón por mis canciones!" Tambien el genial Papini, arrepentido de su incredulidad, escribió una historia de Cristo donde expresaba adoración al que antes habia perseguido. Sin embargo, otros persistierón en su necedad hasta la muerte. Y ¿qué obtuvieron? Lo mismo que sembraron: burlas y condenación.

Voltaire, ateo francés universalmente conocido por sus burlas del cristianismo, dijo en 1778 que él derribaría con una mano la fe cristiana y que pronto nadie leería la Biblia. Con ese fin publicó con su imprenta escritos blasfemos. Cuando murió en terrible agonía gritó : "¡Ahora se me echará en el infierno!", en efecto, expresando una fe en Dios y la doctrina del castigo para los pecadores. Luego, en su imprenta se imprimieron ¡Biblias! También sus contemporáneos Gibbon y Hume lucharon por exterminar el cristianismo. Gibbon ganó con sus libros mucho dinero y con él compró una hacienda. Al morir en 1794, se vendió y el dinero obtenido se dedicó a... ¡la difusión del evangelio! Cuando Hume murió en Edinburgo (1776) se fundó una sociedad para propagar la Biblia y la primera conferencia con ese propósito se dio... ¡en la habitación donde Hume murió!

Ya lo dice la Biblia: "Ciertamente El escarnecerá a los escarnecedores" (Proverbios 3:34), y: "El que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos" (Salmo 2:4). Ninguno de los incrédulos más tercos consiguió burlarse de Dios. "No os engañéis; Dios no puede ser burlado, pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará" (Gálatas 6:7). Si tú andas por el mismo camino, no agotes la paciencia de Dios. Su amor te invita al arrepentimiento. "Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras" (Romanos 2:5-6).

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